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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Frases de Relaciones

Un compañero que lo estimule

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EL SEÑOR: Podrás actuar con toda libertad. Nunca he odiado a tus semejantes. De todos los espíritus que niegan, el pícaro es el que menos me desagrada. El hombre es demasiado propenso a adormecerse; se entrega pronto a un descanso sin estorbos; por eso es bueno darle un compañero que lo estimule, lo active y desempeñe el papel de su demonio.

Johann Wolfgang von Goethe. Fausto

Los junta un secreto

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Y es frecuente que entre dos personas que conversan, al parecer con gran intimidad, y en el seno de la mayor confianza, hablan de todo menos de aquello que más inquieta y preocupa a ambos. Les preside y anuda su comunión espiritual una idea, un sentimiento, y de todo hablan menos de ese sentimiento, de esa idea común que les une. Los junta un secreto y ambos se lo callan, porque es la mejor manera de que les junte.

Miguel de Unamuno. En torno al casticismo: y otros ensayos

La unión con los otros

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Esta necesidad humana de unión con los otros se satisface de muchas maneras: en la unión simbiótica con la madre, con un ídolo, con la tribu, con la nación, con la clase, con la religión, con la fraternidad, con la organización profesional. Desde luego, a menudo estos vínculos se combinan y a menudo adoptan una forma de éxtasis, como entre los miembros de ciertas sectas religiosas o en la multitud que se dispone a linchar a alguien, o en los estallidos de histeria nacional en caso de guerra.

Erich Fromm. Tener o ser

Las personas se transforman en cosas

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Las personas se transforman en cosas; sus relaciones mutuas adquieren el carácter de propiedades. El “individualismo”, que en su sentido positivo significa liberarse de las cadenas sociales, en su sentido negativo significa “ser propietario de sí mismo”, tener el derecho (y la obligación) de gastar nuestras energías en alcanzar el éxito personal. (…) (…) Consideramos el yo como algo que poseemos, Y esta “cosa” es la base de nuestro sentimiento de identidad.

Erich Fromm. Tener o ser

El deseo y la habilidad de hacer sufrir

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La necesidad básica de fundirse con otra persona para trascender de ese modo la prisión de la propia separatidad se vincula, de modo íntimo, con otro deseo específicamente humano, el de conocer el «secreto del hombre». Si bien la vida en sus aspectos meramente biológicos es un milagro y un secreto, el hombre, en sus aspectos humanos, es un impenetrable secreto para sí mismo —y para sus semejantes—. Nos conocemos y, a pesar de todos los esfuerzos que podamos realizar, no nos conocemos. Conocemos a nuestros semejantes y, sin embargo, no los conocemos, porque no somos una cosa, y tampoco lo son nuestros semejantes.

Cuanto más avanzamos hacia las profundidades de nuestro ser, o el ser de los otros, más nos elude la meta del conocimiento. Sin embargo, no podemos dejar de sentir el deseo de penetrar en el secreto del alma humana, en el núcleo más profundo que es «él». Hay una manera, una manera desesperada, de conocer el secreto: es el poder absoluto sobre otra persona; el poder que le hace hacer lo que queremos, sentir lo que queremos, pensar lo que queremos; que la transforma en una cosa, nuestra cosa, nuestra posesión. El grado más intenso de ese intento de conocer consiste en los extremos del sadismo, el deseo y la habilidad de hacer sufrir a un ser humano, de torturarlo, de obligarlo a traicionar su secreto en su sufrimiento. En ese anhelo de penetrar en el secreto del hombre, y por lo tanto, en el nuestro, reside una motivación esencial de la profundidad y la intensidad de la crueldad y la destructividad.

Erich Fromm. El arte de amar

El matrimonio se transforma

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Durante el noviazgo nadie está seguro todavía de su pareja, pero cada uno trata de conquistar al otro. Ambos son vitales, atractivos, interesantes, y hasta bellos, ya que la vitalidad embellece el rostro. Ninguno tiene al otro; por consiguiente las energías de ambos están dirigidas a ser , es decir, a dar y a estimular al otro. En el matrimonio, la situación con frecuencia cambia fundamentalmente. El acta matrimonial le da a cada esposo la posesión exclusiva del cuerpo, de los sentimientos y de las atenciones del otro. Ninguno de los dos debe conquistar, porque el amor se ha convertido en algo que se tiene , en una propiedad. Los esposos dejan de esforzarse por ser amables y dar amor, por ello se aburren, y su belleza desaparece. Se sienten desilusionados y confundidos. ¿Ya no son las mismas personas? ¿Cometieron un error al casarse?

Cada cónyuge generalmente busca en el otro la causa del cambio, y ambos se sienten defraudados, pero no advierten que ya no son los mismos que cuando se amaban; que el error de creer que se puede tener amor, ha hecho que dejen de amarse. En vez de amarse, llegan a un acuerdo para compartir lo que tienen: el dinero, la posición social, la casa, los hijos. Por ello, en algunos casos el matrimonio que se inicia con amor, se transforma en una asociación amistosa, en una empresa en la que dos egotismos se reúnen en uno solo: el de “la familia”. 

Erich Fromm. Tener o ser

El amor como inversión

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La paradoja del amor moderno podría ser el resultado de una agitada cabalgata en el caballo fugitivo del capitalismo. El capitalismo no solo es un sistema económico: también es una cultura. […] Es posible que en nuestro inconsciente colectivo apliquemos la metáfora de “capital emocional”, lo cual nos plantea una nueva serie de preguntas. ¿Podemos hablar de nuevas estrategias de inversión emocional? ¿Pensamos las emociones como aquello que invertimos o desinvertimos a fin de que la relación entre el yo y los sentimientos adquiera cada vez más liviandad? ¿La emoción adopta las propiedades del capital? […] Una importante estrategia para manejar las emociones consiste en desarrollar la habilidad de limitar los vínculos emocionales, dado que nos adapta a la supervivencia en la cultura desestabilizadora del capitalismo.

Arlie Russell Hochschild. La mercantilización de la vida íntima

Un punto de referencia para la gratitud

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Si la vida se divide entre un ámbito doméstico femenino y un ámbito público masculino, si el ámbito femenino está devaluado en relación con el masculino, y si a lo largo del último medio siglo las mujeres han ido ingresando al ámbito masculino y a los hombres se los ha animado a ingresar al femenino, es probable que las mujeres perciban estos cambios como un ascenso, en tanto que los hombres los perciben como un descenso. Es así que la historia también proporciona un punto de referencia para la gratitud. 

Arlie Russell Hochschild. La mercantilización de la vida íntima

Momentos de desapego y descuido

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Un niño escucha que su padre o su madre contrata una niñera por teléfono. Un hombre pretende que su esposa se muestre más agradecida porque él se ha ocupado de lavar la ropa. Un libro de autoayuda le aconseja a esa mujer que deje a su marido. Los momentos de la vida privada en que se producen conflictos o confusiones respecto del cuidado suelen guardar relación directa con presiones contradictorias que ejerce la sociedad en general. A veces, dichas presiones se originan en un lugar y se manifiestan en otro, como ocurre con el llamado “dolor reflejo”. Así como un dolor de pierna puede originarse en una hernia de disco lumbar, es posible que un vínculo dolorosamente resentido entre padres e hijos sea consecuencia de una aceleración corporativa o una racionalización gubernamental. En nuestros momentos de desapego y descuido, cada vez sentimos más el dolor reflejo del capitalismo global que avanza sin que nada lo detenga.

Arlie Russell Hochschild. La mercantilización de la vida íntima

En el amor, la salud y la enfermedad

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«¿Dónde esta la frontera entre el derecho a la felicidad personal y el nuevo amor, por un lado, y el egoísmo irresponsable que destrozaría una familia y quizás haría daño a los niños, por el otro?», pregunta Ivan Klima. Trazar esta frontera con exactitud puede ser una tarea angustiosa, pero podemos estar seguros de una cosa: se halle la frontera donde se halle, se viola en el momento en que el acto de atar y desatar los vínculos humanos se declara moralmente indiferente y neutral, de modo que los actores están liberados a priori de la responsabilidad por las consecuencias para el otro de sus actos: de la misma responsabilidad incondicional que promete el amor, en la salud y en la enfermedad, y que lucha por construir y preservar. «La creación de una relación mutua buena y duradera», en clara oposición con la búsqueda de diversión mediante objetos de consumo, «exige un esfuerzo enorme».

Zygmunt Bauman. El arte de la vida

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