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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Frases de Sexualidad

Reprimir lo trascendente

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Es una pena que durante los últimos siglos en Occidente hayamos tendido a reprimir cada vez más lo trascendente. Sin duda esta represión, tan difundida como sutil, es más responsable del descontento de nuestra desdichada civilización actual que toda la represión de la sexualidad, la hostilidad, la agresión o cualesquiera otras represiones superficiales que puedan actuar en los niveles superiores del espectro.

Ken Wilber. La conciencia sin fronteras

No se trataba solo de impulsos

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Después de ser excomulgado de la pequeña comunidad psicoanalítica, Jung intentó comprender por qué él y Freud habían discrepado tanto. ¿Cómo podía ser que tanto Freud como Adler insistieran sobre una única fuerza motivadora? Jung, al contrario, creía que tenemos múltiples instintos que nos van impulsando por la vida. La sexualidad y el deseo de poder son impulsos innatos, pero ninguno de ellos necesariamente excluye a los otros. Ni tampoco se trataba únicamente de impulsos. Siempre creyó que existía una llamada del espíritu que determinaba el curso de nuestra vida, y no pensaba que el espíritu fuera necesariamente más débil que los impulsos instintivos. Si lo fuera, nunca hubiéramos construido ninguna catedral. 

Robin Robertson. Introducción a la psicología junguiana

Es una responsabilidad de las adultas

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¿Qué nos enseñan las «putas»? Nos muestran el corazón de las relaciones sociales, aquello contra lo que se levantan. Por eso una mujer que se apropie de su sexualidad y la exhiba siempre será peligrosa a ojos de los demás y tendrá que asumir el riesgo de que el entorno la castigue, pues aún quedan conquistas que no pasan por los discursos ni las políticas, sino por posiciones que sólo las mujeres pueden tomar, sin nadie que las tutele. Ante las mujeres sexualmente poderosas el resto de mujeres se sienten profundamente impotentes. Aquí no hay sororidad que valga. Las mujeres jóvenes tienen que saber esto, sobre todo aquellas que son bellas y exuberantes. Es una responsabilidad de las adultas explicar honestamente estas dinámicas que al contrario, las feministas olvidan, o directamente hacen creer en lo contrario. 

Leyre Khyal. Prohibir la manzana y encontrar la serpiente: Una aproximación crítica al feminismo de cuarta generación

El descubrimiento de la carne

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Dadas las circunstancias, en su alma pudieron coexistir la rendición incondicional y el propósito de no rendirse nunca, velados ambos por el descubrimiento de la carne. 

Antonio Escohotado. Rameras y esposas

Renunciar a la fuerza

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—¿Y por qué no utilizas nunca tu fuerza contra mí? —Porque amar significa renunciar a la fuerza —dijo Franz con suavidad. Sabina se dio cuenta de dos cosas: en primer lugar, de que aquella frase era hermosa y cierta. En segundo lugar, de que, al pronunciarla, Franz quedaba descalificado para su vida erótica.

Milan Kundera. La insoportable levedad del ser

Las tendencias sexuales coartadas

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Es muy interesante observar, que precisamente las tendencias sexuales coartadas en su fin son las que crean entre los hombres lazos más duraderos. Pero esto se explica fácilmente por el hecho de que no son susceptibles de una satisfacción completa, mientras que las tendencias sexuales libres experimentan una debilitación extraordinaria por la descarga que tiene efecto cada vez que el fin sexual es alcanzado. El amor sensual está destinado a extinguirse en la satisfacción. Para poder durar, tiene que hallarse asociado desde un principio a componentes puramente tiernos, esto es, coartados en sus fines, o experimentar en un momento dado, una transposición de este género.

Sigmund Freud. Psicología de las masas y análisis del yo

La auténtica y adulta libertad

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Ser mujeres, ser judíos, ser o convertirse en homosexuales, es como haber nacido en un país o en otro. La persona adulta debe extraer de los orígenes que le ha asignado el destino, el máximo provecho posible y la mayor cantidad posible de conocimiento de su propia tierra. Pero a las humillaciones, opresiones y persecuciones que la sociedad ha infligido o inflige a las mujeres, a los homosexuales o a los judíos, estos están obligados a responder como si las humillaciones, opresiones y persecuciones no les ofendieran solo a ellos, sino a toda la colectividad de los hombres. Están obligados a responder no con la miserable combatividad del orgullo injuriado, sino con la indiferencia a los propios hechos personales y territoriales que distingue a la auténtica y adulta libertad. 

Natalia Ginzburg. Las tareas de la casa y otros ensayos

Derogar la ley del silencio

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Quizás algún día la gente se asombrará. No se comprenderá que una civilización tan dedicada a desarrollar inmensos aparatos de producción y de destrucción haya encontrado el tiempo y la infinita paciencia para interrogarse con tanta ansiedad respecto al sexo; quizá se sonreirá, recordando que esos hombres que nosotros habremos sido creían que en el dominio sexual residía una verdad al menos tan valiosa como la que ya habían pedido a la tierra, a las estrellas y a las formas puras de su pensamiento; la gente se sorprenderá del encarnizamiento que pusimos en fingir arrancar de su noche una sexualidad que todo —nuestros discursos, nuestros hábitos, nuestras instituciones, nuestros reglamentos, nuestros saberes— producía a plena luz y reactivaba con estrépito.

Y el futuro se preguntará por qué quisimos con tanto empeño derogar la ley del silencio en lo que era la más ruidosa de nuestras preocupaciones. Retrospectivamente, el ruido podrá parecer desmesurado, pero aún más extraña nuestra obstinación en no descifrar en él más que la negativa a hablar y la consigna de callar. Se interrogará sobre lo que pudo volvernos tan presuntuosos; se buscará por qué nos atribuimos el mérito de haber sido los primeros en acordar al sexo, contra toda una moral milenaria, esa importancia que decimos le corresponde, y cómo pudimos glorificarnos de habernos liberado a fines del siglo XX de un tiempo de larga y dura represión —el de un ascetismo cristiano prolongado, modificado, avariciosa y minuciosamente utilizado por los imperativos de la economía burguesa—.

Y allí donde nosotros vemos hoy la historia de una censura difícilmente vencida, se reconocerá más bien el largo ascenso, a través de los siglos, de un dispositivo complejo para hacer hablar del sexo, para afincar en él nuestra atención y cuidado, para hacernos creer en la soberanía de su ley cuando en realidad estamos trabajados por los mecanismos de poder de la sexualidad. 

Michel Foucault. Historia de la sexualidad

Cuerpo que produce y que consume

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Si el dispositivo de alianza está fuertemente articulado con la economía a causa del papel que puede desempeñar en la transmisión o circulación de riquezas, el dispositivo de sexualidad está vinculado a la economía a través de mediaciones numerosas y sutiles, pero la principal es el cuerpo —cuerpo que produce y que consume—. En una palabra, el dispositivo de alianza sin duda está orientado a una homeostasis del cuerpo social, que es su función mantener; de ahí su vínculo privilegiado con el derecho; de ahí también que, para él, el tiempo fuerte sea el de la “reproducción”. El dispositivo de sexualidad no tiene como razón de ser el hecho de reproducir, sino el de proliferar, innovar, anexar, inventar, penetrar los cuerpos de manera cada vez más detallada y controlar las poblaciones de manera cada vez más global.

Michel Foucault. Historia de la sexualidad

Una vía de paso para las relaciones de poder

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No hay que describir la sexualidad como un impulso reacio, extraño por naturaleza e indócil por necesidad a un poder que, por su lado, se encarniza en someterla y a menudo fracasa en su intento de dominarla por completo. La sexualidad aparece más bien como una vía de paso para las relaciones de poder, particularmente densa: entre hombres y mujeres, jóvenes y viejos, padres e hijos, educadores y alumnos, sacerdotes y laicos, gobierno y población. En las relaciones de poder la sexualidad no es el elemento más inerte, sino, más bien, uno de los que están dotados de la mayor instrumentalidad: utilizable para el mayor número de maniobras y capaz de servir de apoyo, de bisagra, a las más variadas estrategias.

Michel Foucault. Historia de la sexualidad

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