¿Con qué íbamos a poder saciar la necesidad de negatividad que hay en nosotros, una vez que lo negativo ha sido declarado fuera de la ley, si no es con los peligros del pasado? Somos demasiado frágiles desde hace tiempo, estamos demasiado faltos de inmunidad como para echarnos a la cara otros enemigos que no lo sean realmente a título muy póstumo. Ése es el reverso de nuestro bienestar.
Ya no podemos enfrentarnos más que a acontecimientos archivados, adornados de múltiples comentarios, redifundidos cinco veces al año, más petrificados que las calles peatonales de los centros de nuestras ciudades, detenidos en el tiempo. Ni una sorpresa más que no esté previamente organizada. Hasta nuestros odios más sólidamente justificados dan la impresión de haber sido hallados en reservas naturales para flora y fauna en peligro de extinción.
Philippe Muray. El Imperio del Bien