En comparación con las uniones familiares, el Estado representa, sin lugar a dudas, una especie mucho más elevada, puesto que acoge a un mayor número de hombres que, en estrecha colaboración, tienen más capacidad a la hora de conquistar espacios naturales y de vencer a posibles enemigos. Convierte las casi ociosas ocupaciones de los hombres en estricto trabajo metódico y, por ende, acarrea una miseria indecible a innumerables generaciones venideras. A partir de este momento, todas ellas han de ganarse el pan con el sudor de su frente, ya que a los tiempos dorados de comunidades libres formadas por individuos que compartían la misma sangre siguió el puño de acero del dominio estatal. No obstante, el Estado, una vez concibe el trabajo en su más verdadero sentido, libera una fuerza que puede traer consigo una mayor prosperidad y felicidad para todos. Según las palabras de Schiller, el Estado destruye la débilmente instruida felicidad de los hombres cuando son pequeños con el objetivo de atraerlos por un camino de sufrimiento hacia la felicidad consciente de la madurez.
Franz Oppenheimer. El Estado: Su historia y evolución desde el punto de vista sociológico