Rousseau concibe el Estado como un contrato social, mientras que Carey atribuye el origen de este a una banda de ladrones. Platón y los seguidores de Karl Marx dotan al Estado de omnipotencia, convirtiéndolo así en señor absoluto por encima de los ciudadanos en todos los ámbitos tanto políticos como económicos. Por su parte, Platón incluso va más lejos y desea que incluso las relaciones sexuales queden reguladas por el Estado. Por otro lado, la escuela de Manchester, alcanzando el extremo opuesto del liberalismo, defiende que el Estado solamente debería realizar funciones policiales de suma necesidad y, por ello, daría lógicamente como resultado un anarquismo científico que debería acabar con el Estado en su totalidad. Desde estos puntos de vista tan diversos y conflictivos, resulta imposible establecer un principio fijo ni formular un concepto satisfactorio sobre la esencia real del Estado.
Franz Oppenheimer. El Estado: Su historia y evolución desde el punto de vista sociológico