En el momento en que entras en el mundo de los hechos, entras en un mundo de límites. Puedes liberar a las cosas de leyes ajenas o accidentales, pero no de las leyes de su propia naturaleza. Puedes, si quieres, liberar a un tigre de sus barrotes; pero jamás podrás liberarlo de sus rayas.
G.K. Chesterton. La ética en el país de los duendes