Proponer y probar opiniones singulares sólo por ostentar ingenio, téngolo por prurito pueril, y falsedad indigna de todo hombre de bien. En una conversación se puede tolerar por pasatiempo; en un escrito es engañar al público. La grandeza del discurso está en penetrar, y persuadir las verdades; la habilidad más baja del ingenio es enredar a otros con sofisterías.
Benito Jerónimo Feijoo. Teatro Crítico Universal