La imagen del artista como un monstruo construido a partes iguales de niño engreído, mártir sufriente y bon vivant, es un legado del siglo XIX, y se trata de una herencia notablemente bochornosa. Existe una idea del artista anterior y más sana, la idea del genio como una persona más versátil, más empática y más estudiosa que sus congéneres, más universal en sus gustos, menos a merced de las ideas de la multitud.
Dorothea Brande. Para ser escritor