Según Jung: Cuando analizamos a la persona retiramos la máscara y descubrimos que lo que parecía individual es, en el fondo, colectivo; en otras palabras, que la persona era solo una máscara de la psique colectiva. Fundamentalmente, la persona no es nada real: es un convenio entre el individuo y la sociedad sobre aquello que el hombre debe parecer ser. Adopta un nombre, obtiene un título, ejerce una función, es esto o aquello. En cierto sentido todo ello es real, y sin embargo, en relación con la individualidad esencial de la persona en cuestión se trata solamente de una realidad secundaria, de un convenio en donde los demás tienen generalmente más influencia. La persona es una semblanza, una realidad bidimensional, por otorgarle un apodo.
Jordan Peterson. Mapas de sentidos: La arquitectura de la creencia