La ambición de poseer inspira e impulsa la práctica de la manipulación, que es un vértigo. El anhelo de colaborar suscita actitudes de respeto, que están en la base del éxtasis. El cultivo de las experiencias de éxtasis dispone el ánimo del hombre para conservar la libertad interior frente al asedio de la manipulación.
Alfonso López Quintás. La manipulación del hombre a través del lenguaje
Recuerda que has de comportarte como en un banquete. Llega a ti algo que van pasando: extiende la mano y sírvete moderadamente. Pasa de largo: no lo retengas. Aún no viene: no exhibas tu deseo y espera hasta que llegue a ti. Así con tus hijos, con tu mujer, con los cargos, con la riqueza. Y algún día serás digno de participar en el banquete de los dioses. Y si no te sirves de lo que te ofrecen, sino que lo desprecias, entonces no solo participarás del banquete de los dioses, sino también de su poder.
¿Llegarás a ser algún día, alma mía, buena, recta, uniforme, desnuda, más patente a todos que el cuerpo que te envuelve? ¿Empezarás a complacerte en la benevolencia y el amor para con todo? ¿Te hallarás satisfecha alguna vez, sin necesidad de nada, sin ansias, sin codiciar cosa alguna animada ni inanimada para goce de tus placeres, sin desear una prórroga para disfrutarlos más tiempo, ni otro lugar, otra región u otro clima más benigno, ni una sociedad más adaptada a tu genio? Antes bien, ¿te contentarás con tu presente situación, tendrás gusto en cuanto te acontece ahora? ¿Te persuadirás a ti misma que todo te va bien?
Nunca juzgues útil para ti mismo lo que tal vez te obligue algún día a quebrantar la palabra dada, a renunciar al pudor, a odiar; recelar, imprecar, disimular, desear lo que sólo puede hacerse a puertas cerradas y tras las cortinas.
Todos los adoradores de la voluntad, desde Nietzsche hasta el señor Davidson, están realmente completamente vacíos de voluntad. No pueden querer, apenas pueden desear. Y si alguien quiere una prueba de esto, la puede encontrar con bastante facilidad. Se puede encontrar en este hecho: que siempre se habla de la voluntad como algo que se expande y se desata, pero es todo lo contrario. Todo acto de la voluntad es un acto de autolimitación. Desear la acción es desear la limitación. En ese sentido, todo acto es un acto de autosacrificio. Cuando uno elige algo, rechaza todo lo demás.
Touchstone dice que hay mucha virtud en un si… (if). Y según la ética de los Duendes toda virtualidad mágica empieza con un si… (if). La expresión característica del país de las hadas es siempre: “Puedes vivir en un palacio de oro y zafiro si… nunca pronuncias la palabra vaca”; o “serás feliz con la hija del Rey si… nunca ves una cebolla”. La promesa siempre depende de un veto. Todas las cosas fantásticas y vertiginosas que se conceden dependen de alguna pequeña cosa que se veta. Todas las asombrosas y apasionantes cosas que se van a conceder dependen de una sola cosa que está prohibida.
G.K. Chesterton. La ética en el país de los duendes
Exactamente ese es el lugar es donde nos encontramos: contentándonos con lo que nos dan. Deseando lo que nos permiten. Interesándonos por lo que nos desvelan. Mirando lo que nos muestran. Y, por supuesto, rechazando lo que nos prohíben. No yendo nunca a hurgar en lo que nos ocultan.
Todos pensamos cosas que no existen. Incluso tenemos sensaciones físicas que son inventos mentales. ¿Por qué lloramos cuando vemos una película romántica? ¿Por qué se acelera nuestro pulso y nos da miedo ir a por un vaso de agua a la cocina cuando vemos un film de terror? Porque somos víctimas del poder de sugestión. Vivimos, hacemos nuestro, aquello que piensan, sienten o desean los demás. Las masas tienen un poder de sugestión terrible.