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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Frases de Felicidad

¿La libertad de pensamiento desaparecerá?

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La libertad de pensamiento (por tanto, por definición, de los malos pensamientos) ya no puede ser protegida. Esa libertad desaparecerá de la lista de los derechos del hombre el día en que se considere demostrado que toda libertad individual tiene efectos colectivos nocivos. “Habíamos olvidado que la felicidad pública se compone sólo de elementos de felicidad individual. Y se mataba la felicidad individual para crear la felicidad pública”, decía extrañado el diputado Courtois en su Informe de la Comisión encargada del examen de los papeles de Robespierre en 1795.

Philippe Muray. El Imperio del Bien

Se acabó la libertad

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“No hay nada más divertido”, escribe Sade, “que la multiplicidad de leyes que elabora el hombre todos los días para llegar a ser dichoso, siendo así que no hay ni una de esas leyes que, por el contrario, no le quite una parcela de su felicidad”.

El timo del interés general y el chantaje del Bien público han traído una epidemia de derecho sin precedentes. ¡Se acabó la libertad para los amigos de la libertad! Es también Sade el que hace decir a Dolmancé en La filosofía en el tocador:

“Las leyes no están hechas para lo particular, sino para lo general, lo cual las sitúa en perpetua contradicción con el interés personal, puesto que el interés personal está siempre en contradicción con el interés general. Pero las leyes, buenas para la sociedad, son muy malas para el individuo que la compone”.

Philippe Muray. El Imperio del Bien

La felicidad del creador por su obra

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Nos hemos distanciado mucho del proceso de conocer, es decir, del proceso de descubrir nuestra propia conciencia y de lo que puede conseguir nuestra mente a través de “la felicidad del creador por su obra, ya sea esta grande o pequeña”.

Alain Deneault. Mediocracia

El humor oficial

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Recordemos, antes que nada, que el humor es solo una técnica, una herramienta, un arma como otro cualquiera, cuyo efecto específico consiste en disolver, corroer y desmontar estructuras, y que por tanto, hablar de «humor corrosivo» es caer en una pura redundancia.

Cualquier poder que aspire a perpetuarse debe no ya reprimir o directamente eliminar a bufones, albardanes e impíos–como, diríamos, ocurriera en el pasado–, sino más bien generarlos en su seno, alimentarlos y distribuirlos correctamente para la implantación de su humor; un humor que recibirá todos los honores de Estado y cuya oficialidad no sofocará quizá todo conato de humor enemigo, pero sí al menos su temible propagación.

No sorprende, por tanto, que los actuales aficionados a la stand-up comedy tengan el rictus mortecino, pues con dicho humor ocurre más o menos lo mismo que con la felicidad: cuanto más tiempo le dedicas, menos hueco vas dejando para la alegría.

Jorge Freire. Agitación. Sobre el mal de la impaciencia

La felicidad y la satisfacción

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La felicidad y la satisfacción, la ecuanimidad del alma y el sentido de la vida: estos solo pueden ser experimentados por el individuo y no por el Estado, que, por otro lado, no es más que una convención de individuos independientes.

Carl Gustav Jung

Lo que fue bueno y feliz

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La revolución, de nuevo al mismo estado, en el gran circo del tiempo, parece ser algo que está de acuerdo con los métodos de la Providencia; que, después de un cierto tiempo, ama recobrar lo que estaba perdido o en decadencia, lo que originalmente fue bueno y feliz, para que vuelva a serlo de nuevo.

Thomas Burnet. Teoría sagrada de la tierra

Feliz con todo

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El sabio encuentra motivos para ser feliz con todo; el ignorante no se satisface con nada. 

Jacobo Gringberg Zylberbaum. Fluir en el sin yo

Un placer superior al dolor

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El botín del reciente imperialismo tecnológico ha sido enorme; pero mientras tanto la némesis se ha encargado de que tuviéramos los disgustos con los gustos. Por ejemplo: la posibilidad de viajar en diez horas de Nueva York a Los Ángeles, ¿ha dado a la raza humana un placer superior al dolor producido por el lanzamiento de bombas y fuego? No hay método conocido para computar la cantidad de felicidad o bondad esparcida por el mundo.

Lo que es obvio, sin embargo, es que las ventajas obtenidas por recientes adelantos tecnológicos —o, según la fraseología griega, por recientes actos de la húbris dirigidos contra la Naturaleza— van generalmente acompañadas de correspondientes desventajas, que las ganancias en una dirección llevan aparejadas pérdidas en otras direcciones, y que cuando obtenemos algo es siempre por algo. Nunca podemos determinar si el resultado neto de estos laboriosos asientos de debe y haber es un auténtico Progreso en virtud, felicidad, caridad e inteligencia. Por no poder determinarse nunca la realidad del Progreso, los siglos XIX y XX tuvieron que tratarlo como un artículo de fe religiosa.

Aldous Huxley. La filosofía perenne

Anhelamos la distracción

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Cuando creer en lo eterno resulta imposible, y sólo queda el pobre sustituto de creer en la creencia, los hombres buscan su felicidad en las alegrías temporales. Por mucho que traten de ocultarlo en las profundidades de sus mentes, son bien conscientes de que tales alegrías son inciertas y breves, y esto tiene dos resultados. Por un lado, existe la ansiedad de que uno pueda perderse algo, de modo que la mente se agita nerviosa y codiciosamente, revolotea de un placer a otro, sin encontrar reposo y satisfacción en ninguno. Por otro lado, la frustración de tener siempre que perseguir un bien futuro en un mañana que nunca llega, y en un mundo en el que todo debe desintegrarse, hace que los hombres adopten la actitud de «al fin y al cabo, ¿para qué sirve?».

En consecuencia, nuestro tiempo es una era de frustración, ansiedad, agitación y adicción a los narcóticos. De alguna manera hemos de aferrarnos a lo que podamos mientras podamos, e ignorar el hecho de que todo es fútil y carente de sentido. A esta manera de narcotizarse la llamamos nuestro alto nivel de vida, una estimulación violenta y compleja de los sentidos, que nos hace progresivamente menos sensibles y, así, necesitados de una estimulación aún más violenta. Anhelamos la distracción, un panorama de visiones, sonidos, emociones y excitaciones en el que debe amontonarse la mayor cantidad de cosas posible en el tiempo más breve posible. 

Alan Watts. La Sabiduría de la inseguridad

Hemos sido creados entristecidos

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La existencia humana, la vida del intelecto, significa una experiencia de esta melancolía y la capacidad vital de sobreponerse a ella. Hemos sido creados, por así decirlo, «entristecidos». En esta idea está, casi indudablemente, el «ruido de fondo» de lo bíblico, de las relaciones causales entre la adquisición ilícita del conocimiento, de la discriminación analítica, y la expulsión de la especie humana de una felicidad inocente. Un velo de tristeza (tristitia) se extiende sobre el paso, por positivo que sea, del homo al homo sapiens. El pensamiento lleva dentro de sí un legado de culpa. 

George Steiner. Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento

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