La libertad de pensamiento (por tanto, por definición, de los malos pensamientos) ya no puede ser protegida. Esa libertad desaparecerá de la lista de los derechos del hombre el día en que se considere demostrado que toda libertad individual tiene efectos colectivos nocivos. “Habíamos olvidado que la felicidad pública se compone sólo de elementos de felicidad individual. Y se mataba la felicidad individual para crear la felicidad pública”, decía extrañado el diputado Courtois en su Informe de la Comisión encargada del examen de los papeles de Robespierre en 1795.
Philippe Muray. El Imperio del Bien