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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Tema: Igualdad

Diferenciarnos de los demás

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Queremos ser iguales, pero también queremos diferenciarnos, singularizarnos. Queremos ser únicos, especiales, pero queremos que nos traten como iguales y que no nos dejen de lado. Aspiramos a cosas aparentemente contradictorias como la individualidad y la universalidad. Nos sabemos al mismo tiempo miembros de una colectividad y especímenes raros. Nos pasamos la vida peleando para diferenciarnos de los demás y en reclamar igualdad cuando nos vemos desposeídos de alguna ventaja que siempre atribuimos a los otros.

Francisco Traver. Consejos al joven terapeuta

La autoconciencia del yo

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Se ha establecido la igualdad en las leyes, las instituciones y los procedimientos de nuestra democracia, pero no en la autoconciencia del yo. La democracia, con el propósito de realizar históricamente el principio igualitario, decretó la extensión a todos los ciudadanos de la autoconciencia que la aristocracia se había reservado en los siglos anteriores para ella sola, en lugar de alumbrar, como hubiera podido esperarse, una idea igualitaria de la subjetividad. 

Javier Gomá Lanzón. Ejemplaridad pública 

La vida de un amigo de la igualdad

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—Vive al día. El primer deseo que se presenta es el primero que satisface. Hoy tiene deseo de embriagarse entre canciones báquicas y mañana ayunará y no beberá más que agua. Tan pronto se ejercita en la gimnasia como está ocioso y sin cuidarse de nada. Algunas veces es filósofo, las más es hombre de Estado; sube a la tribuna, habla y obra sin saber lo que dice ni lo que hace. Un día envidia la condición de los guerreros y hele aquí convertido en guerrero; otro día se convierte en negociante, por envidia de los negociantes. En una palabra, en su conducta no hay nada fijo, nada de arreglado; y llama a la vida que pasa, vida libre y agradable, vida dichosa. —Nos has pintado al natural la vida de un amigo de la igualdad —dijo. —Este hombre, que reúne en sí toda clase de costumbres y de caracteres, tiene toda la gracia y la variedad del Estado popular; y no es extraño que tantas personas de uno y otro sexo encuentren tan encantador un género de vida en el que aparecen unidas casi todas las clases de gobiernos y caracteres.

Platón. La República

Perderlo todo

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Pero los hombres que viven en una comodidad igualmente alejada de la opulencia y de la miseria, otorgan a sus bienes un valor inmenso. Como todavía son muy próximos a la pobreza, ven de cerca sus rigores, y los temen; entre la pobreza y ellos, no hay nada más que un pequeño patrimonio en el que enseguida fijan sus miedos y sus esperanzas.

A cada instante se interesan más a causa de las preocupaciones constantes que les da, y se atan por los esfuerzos diarios que hacen para aumentarlo. La idea de ceder una mínima parte les es insoportable, y consideran su pérdida completa como la última de sus desgracias. Ahora, es el número de estos pequeños propietarios ardientes e inquietos lo que la igualdad de condiciones hace crecer constantemente. Así, en las sociedades democráticas, la mayoría de ciudadanos no ve claramente lo que podría ganar en una revolución, y siente a cada instante, y de mil maneras, lo que podría perder.

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

Forzar el alma

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Pero, si la igualdad de condiciones da a todos los ciudadanos algunos recursos, impide que ninguno de ellos tenga recursos demasiado amplios; cosa que recluye necesariamente los deseos en límites bastante estrechos. En los pueblos democráticos, la ambición es, pues, ardiente y continua, pero no puede apuntar habitualmente muy arriba; y la vida se pasa de ordinario deseando con ardor pequeños objetos que se tienen al alcance.

Lo que más aparta a los hombres en las democracias de la gran ambición, no es la pequeñez de su fortuna, sino el violento esfuerzo que hacen cada día para mejorarla. Fuerzan su alma a emplear todas sus fuerzas a hacer cosas mediocres, lo que no puede dejar de limitar pronto su visión y de circunscribir su poder. Podrían ser mucho más pobres y mantenerse más grandes. 

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

Ser arrastrado por la multitud

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En las democracias, en las que los ciudadanos no difieren nunca mucho unos de otros, y se encuentran naturalmente tan cerca que a cada instante puede pasar que se confundan todos en una masa común, se crea una multitud de clasificaciones artificiales y arbitrarias con la ayuda de las cuales todo el mundo intenta ponerse aparte, por temor a ser arrastrado a regañadientes en la multitud. No puede dejar de ser nunca así; porque se pueden cambiar las instituciones humanas, pero no el hombre. Sea cual sea el esfuerzo general de una sociedad para hacer los ciudadanos iguales y similares, el orgullo particular de los individuos intentará escapar siempre del nivel, y querrá crear en algún lugar una desigualdad de la que se beneficien.

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

Los ciudadanos de una democracia

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Todos los hombres que viven en los tiempos democráticos contraen más o menos los hábitos intelectuales de las clases industriales y comerciantes; su espíritu toma un aspecto serio, calculador y positivo; se aparta de buen grado del ideal para dirigirse hacia algún objetivo visible y cercano que se presenta como el natural y necesario objeto de sus deseos. La igualdad no destruye así la imaginación; pero la limita y no le permite volar más que a ras de suelo. No hay nada menos soñador que los ciudadanos de una democracia, y apenas los hay que se quieran abandonar a estas contemplaciones ociosas y solitarias que de ordinario preceden y que producen las grandes agitaciones del corazón.

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

La indiferencia

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La igualdad pone los hombres los unos al lado de los otros, sin ningún vínculo común que los mantenga juntos. El despotismo alza barreras entre ellos y los separa. Los dispone a no pensar en sus semejantes y convierte en una especie de virtud pública la indiferencia. 

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

Palabras abstractas

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Un escritor democrático dirá de buen grado de una manera abstracta las capacidades en lugar de los hombres capaces, y sin entrar en el detalle de las cosas a las que se aplica esta capacidad. Hablará de las actualidades para describir de una sola vez las cosas que ocurren en ese momento delante de sus ojos, y utilizará eventualidades para abrazar todo lo que puede pasar en el universo a partir del momento en que habla.

Los escritores democráticos crean constantemente palabras abstractas de este tipo, o cogen en un sentido cada vez más abstracto las palabras abstractas de la lengua. Además, para hacer el discurso más rápido, personifican el objeto de estas palabras abstractas y lo hacen actuar como un individuo real. Dirán que «la fuerza de las cosas quiere que las capacidades gobiernen».

No puedo hacer nada mejor que ilustrar mi pensamiento con mi propio ejemplo: Yo he hecho uso a menudo de la palabra igualdad en un sentido absoluto; además, he personificado la igualdad en varios lugares, y así he llegado a decir que la igualdad hacía ciertas cosas, o se abstenía de hacer ciertas otras. Se puede afirmar que los hombres del siglo de Luis XIV no habrían hablado de esta manera; a ninguno de ellos les habría pasado por la cabeza usar la palabra igualdad sin aplicarla a algo particular, habrían renunciado a usarla antes que aceptar convertir la igualdad en una persona viva.

Estas palabras abstractas que llenan las lenguas democráticas, y de que se hace uso en todo momento sin vincularlas a ningún hecho particular, ensanchan y empañan el pensamiento; hacen la expresión más rápida y la idea menos nítida. Pero, en materia de lengua, los pueblos democráticos prefieren la oscuridad que el esfuerzo.

Así, pues, los hombres que viven en los países democráticos tienen a menudo pensamientos vacilantes; necesitan expresiones muy largas para contenerlos. Como nunca saben si la idea que expresan hoy convendrá a la situación nueva que tendrán mañana, conciben naturalmente un gusto por los términos abstractos. Una palabra abstracta es como una caja de doble fondo: uno mete las ideas que quiere, y las saca sin que lo vea nadie. 

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

Las dos tendencias de la igualdad

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Veo muy claramente en la igualdad dos tendencias: una que lleva el espíritu de cada hombre hacia pensamientos nuevos, y la otra que lo reduce fácilmente a no pensar más. Y veo que, bajo el imperio de ciertas leyes, la democracia ahogará la libertad intelectual que el estado social democrático favorece, de tal manera que, después de haber destruido todos los obstáculos que antiguamente le imponían las clases o los hombres, el espíritu humano se encadenará estrechamente a las voluntades generales de la mayoría.

Alexis de Tocqueville. La democracia en América

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