Pero los hombres que viven en una comodidad igualmente alejada de la opulencia y de la miseria, otorgan a sus bienes un valor inmenso. Como todavía son muy próximos a la pobreza, ven de cerca sus rigores, y los temen; entre la pobreza y ellos, no hay nada más que un pequeño patrimonio en el que enseguida fijan sus miedos y sus esperanzas.
A cada instante se interesan más a causa de las preocupaciones constantes que les da, y se atan por los esfuerzos diarios que hacen para aumentarlo. La idea de ceder una mínima parte les es insoportable, y consideran su pérdida completa como la última de sus desgracias. Ahora, es el número de estos pequeños propietarios ardientes e inquietos lo que la igualdad de condiciones hace crecer constantemente. Así, en las sociedades democráticas, la mayoría de ciudadanos no ve claramente lo que podría ganar en una revolución, y siente a cada instante, y de mil maneras, lo que podría perder.
Alexis de Tocqueville. La democracia en América