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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Tema: Mito

En esta era de luz

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No solo hemos perdido el cielo, sino el mundo subterráneo. Nadie adora hoy a los dioses telúricos, nadie recuerda a Baubo, la Gran Madre Ctónica y a sus hijos, Dáctilos y Curetes, quienes cuidaron a Zeus infante y lo escondieron del hambre de Cronos para luego parir una infinita progenie de monstruos, quimeras, gorgonas y sirenas. Dioses de la tumba y la abundancia, encarnan nuestros impulsos más oscuros e inconscientes y son el sustrato del que brota toda la vida. Ya no hay espacio para ellos en esta era de luz.

Benjamín Labatut. Después de la luz

La necesidad es la madre de la virtud

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El laberinto ha tomado tus dimensiones, y se adapta a tu exigencia, a tu necesidad. Porque todo héroe que penetra en un laberinto lo hace como consecuencia de una necesidad: nunca se nos olvide. Puede parecer poco romántico, pero desde los antiguos sabemos que la necesidad es la madre de la virtud. Y toda necesidad humana tiene un objetivo común: cambiar.

Jaime Buhigas. Laberintos

Apenas se defendió

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¿Lo creerás, Ariadna? —dijo Teseo—. El Minotauro apenas se defendió. 

Jorge Luis Borges. La casa de Asterión

Un símbolo no puede morir

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El símbolo mitológico del héroe que mata a la bestia debe analizarse con cuidado y con la mente muy alejada de la maniquea pandemia audiovisual hollywoodiense. Metafóricamente, no se trata de la destrucción del enemigo. El monstruo mitológico es un ser fantástico y simbólico. Y un símbolo no puede morir, simplemente se asimila, se vive, se incorpora. 

Jaime Buhigas. Laberintos

La humilde realidad del niño

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Nos hemos dejado seducir por el mito del progreso, de modo que en el plano social damos por supuesto que somos más inteligentes y más evolucionados que nuestros antepasados, y en el plano personal estamos seguros de que los adultos somos más inteligentes que los niños. Esta fantasía de la evolución alcanza niveles muy profundos y afecta a muchos de nuestros valores.

Vivimos en un mundo jerárquico en el que nos defendemos de nuestra naturaleza primitiva mirando con desdén a las culturas menos desarrolladas, y nos defendemos del carácter eterno de nuestra infancia insistiendo en la necesidad de una elevación gradual que, por mediación del aprendizaje y de la complejidad tecnológica, nos saque del niño para introducirnos en el adulto.

Esto no es una iniciación auténtica que valore tanto la forma de existencia anterior como la recién alcanzada; es una defensa contra la humilde realidad del niño, una humildad que —por más que avergüence a la prometeica avidez de controlar la vida, característica del adulto— está llena de alma. 

Thomas Moore. El cuidado del alma

Amarse a sí misma como si fuera otra

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El narcisismo no tiene nada que ver con prestar demasiada atención a este «yo». Si aceptamos la enseñanza del mito, el narcisismo es la desafortunada situación en que todavía tenemos que descubrir que en nosotros llevamos un estanque donde se nos puede aparecer, para que le prestemos atención y afecto, un sentido más profundo del «yo», otro ego. La persona narcisista simplemente no sabe lo profunda e interesante que es su naturaleza.

En su narcisismo está condenada a cargar sobre sus propios hombros con el peso de las responsabilidades de la vida. Pero una vez que descubre que hay otras figuras que rodean a la personalidad del «yo», puede permitir que ellas hagan parte del trabajo de la vida. El narcisismo quizá parezca un placer autocomplaciente, pero por debajo de la fachada de satisfacción se oculta una carga opresiva. La persona narcisista se empeña muchísimo en que la amen, pero jamás lo consigue, porque todavía no se da cuenta de que tiene que amarse a sí misma como si fuera otra, antes de que los demás puedan amarla.

Thomas Moore. El cuidado del alma

Los monstruos no son hijos de la Razón

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La Razón, incluida por supuesto la Razón literaria, no sueña: piensa. Los monstruos no son hijos de la Razón, sino del irracionalismo, de la mitología y de la teología, de la sofística y de la verborrea, de la retórica sin contenidos materiales y de las ideologías de ignorantes y nigromantes de todo tiempo y lugar (cuyo número, como comúnmente suele decirse, es infinito). 

El heredero del sueño romántico

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En concreto, el mundo coloreado, ruidoso y, sobre todo, engañoso que nos rodea, es el heredero del sueño romántico de un renacimiento del mito, del hecho de que la razón debe ser reemplazada por el sueño.

Maurizio Ferraris. Manifiesto del nuevo realismo

Símbolos del ser indestructible

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Es obvio que las fantasías infantiles que todavía acariciamos en el inconsciente, están continuamente en juego en el mito, en el cuento de hadas y en las enseñanzas de la Iglesia como símbolos del ser indestructible. Esto es útil, porque la mente se siente como en su casa con las imágenes y le parece recordar algo ya conocido. Pero esta circunstancia es también un obstáculo, porque los sentimientos se apoyan en los símbolos y resisten violentamente todo esfuerzo para sobrepasarlos. 

Joseph Campbell. El héroe de las mil caras

Individuos modernos

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No cabe la menor duda de que los peligros psicológicos, a través de los cuales eran guiadas las generaciones anteriores por medio de los símbolos y ejercicios espirituales de su herencia mitológica y religiosa, ahora (si no somos creyentes o, si lo somos, en la medida en que nuestras creencias heredadas no representan los problemas reales de la vida contemporánea) debemos enfrentarlos solos, o en el mejor de los casos con una tentativa, impromptu, y a menudo sin una guía efectiva. Este es nuestro problema como individuos modernos, “ilustrados”, para quienes todos los dioses y los demonios han sido racionalizados como inexistentes.

Joseph Campbell. El héroe de las mil caras

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