Es obvio que las fantasías infantiles que todavía acariciamos en el inconsciente, están continuamente en juego en el mito, en el cuento de hadas y en las enseñanzas de la Iglesia como símbolos del ser indestructible. Esto es útil, porque la mente se siente como en su casa con las imágenes y le parece recordar algo ya conocido. Pero esta circunstancia es también un obstáculo, porque los sentimientos se apoyan en los símbolos y resisten violentamente todo esfuerzo para sobrepasarlos.
Joseph Campbell. El héroe de las mil caras