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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Frases de Poder

Conocer esta alma especial

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A los escritores se les enseña a «escribir de lo que saben». El mismo consejo es válido en la búsqueda del poder del alma: sé bueno en aquello para lo que eres bueno. Son muchas las personas que gastan tiempo y energía en tratar de ser algo que no son. Pero esto es una maniobra en contra del alma, porque la individualidad surge de ella tal como el agua surge de las profundidades de la tierra. El poder comienza conociendo esta alma especial, que puede ser completamente diferente de nuestras fantasías sobre quiénes somos o lo que queremos llegar a ser.

Thomas Moore. El cuidado del alma

El alma necesita la gracia de Marte

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Yo veo una conexión entre nuestra violencia, aparentemente imposible de resolver, y la repetitiva insipidez que atesoramos. Según nos ha enseñado durante siglos la tradición, el alma necesita de la profunda y desafiante gracia de Marte, que lo enrojece todo a su alrededor con el resplandor apasionado de la vida, aporta a toda acción un punto de creatividad y siembra a cada momento y en cada suceso las semillas del poder.

Cuando se hace caso omiso de Marte y se lo devalúa, se lo está forzando a aparecer en forma de fetiche y a expresarse en comportamientos violentos. Marte es infinitamente más grande que la expresión personal de la cólera. Creativo y destructivo, es la vida lista para la lucha.

Thomas Moore. El cuidado del alma

No resignarse a ser menores de edad

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Decir adiós a la verdad no es solo un regalo sin más que se hace al “Poder”, sino, sobre todo, el retiro de la única oportunidad de emancipación que le es dada a la Humanidad: el realismo contra la ilusión y la magia. He aquí la importancia del saber: la corrección, siempre posible y obligada, del “madero torcido de la Humanidad”, no resignarse a ser “menores de edad”, a pesar de lo cómodo que resulta serlo, como escribía Kant.

Maurizio Ferraris. Manifiesto del nuevo realismo

La solidaridad contra la objetividad

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En suma, el adiós a la realidad y a la verdad no es un evento indoloro. Si la tesis de la verdad como “efecto de poder” no parece tener en cuenta el hecho que ya había sido representado en el sentido común-milenios antes de la postmodernidad, desde la fábula del lobo y del cordero la tesis del primado de la solidaridad sobre la objetividad parece no considerar que la solidaridad puede ser el pegamento de una asociación mafiosa, o peor. En efecto, no se puede borrar la pesada evidencia según la cual, por ejemplo, el primado de la solidaridad del pueblo contra la objetividad de los hechos, había sido el principio-guía de los tribunales nazis después del atentado a Hitler del 20 de julio de 1944 y, en general el régimen nazi es el ejemplo macroscópico de una sociedad fuertemente solidaria en su propio interior, y que remitía la gestión de la verdad a los cuidados del doctor Goebbels.

Maurizio Ferraris. Manifiesto del nuevo realismo

Un instrumento de sometimiento

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(…) “falacia del saber-poder”, según la cual, en toda forma de saber se esconde un poder vivido como negativo, de modo que el saber, en vez de unirse prioritariamente a la emancipación, se presenta como un instrumento de sometimiento. Este anti-iluminismo es el corazón en tinieblas de lo moderno. 

Maurizio Ferraris. Manifiesto del nuevo realismo

El deseo y la habilidad de hacer sufrir

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La necesidad básica de fundirse con otra persona para trascender de ese modo la prisión de la propia separatidad se vincula, de modo íntimo, con otro deseo específicamente humano, el de conocer el «secreto del hombre». Si bien la vida en sus aspectos meramente biológicos es un milagro y un secreto, el hombre, en sus aspectos humanos, es un impenetrable secreto para sí mismo —y para sus semejantes—. Nos conocemos y, a pesar de todos los esfuerzos que podamos realizar, no nos conocemos. Conocemos a nuestros semejantes y, sin embargo, no los conocemos, porque no somos una cosa, y tampoco lo son nuestros semejantes.

Cuanto más avanzamos hacia las profundidades de nuestro ser, o el ser de los otros, más nos elude la meta del conocimiento. Sin embargo, no podemos dejar de sentir el deseo de penetrar en el secreto del alma humana, en el núcleo más profundo que es «él». Hay una manera, una manera desesperada, de conocer el secreto: es el poder absoluto sobre otra persona; el poder que le hace hacer lo que queremos, sentir lo que queremos, pensar lo que queremos; que la transforma en una cosa, nuestra cosa, nuestra posesión. El grado más intenso de ese intento de conocer consiste en los extremos del sadismo, el deseo y la habilidad de hacer sufrir a un ser humano, de torturarlo, de obligarlo a traicionar su secreto en su sufrimiento. En ese anhelo de penetrar en el secreto del hombre, y por lo tanto, en el nuestro, reside una motivación esencial de la profundidad y la intensidad de la crueldad y la destructividad.

Erich Fromm. El arte de amar

Eso que llamamos éxito

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Producimos no ya para satisfacción propia, sino con el propósito abstracto de vender nuestra mercadería; creemos que podemos lograr cualquier cosa, material o inmaterial, comprándola, y de este modo los objetos llegan a pertenecemos independientemente de todo esfuerzo creador propio. Del mismo modo, consideramos nuestras cualidades personales y el resultado de nuestros esfuerzos como mercancías que pueden ser vendidas a cambio de dinero, prestigio y poder.

De este modo, se concede importancia al valor del producto terminado en lugar de atribuírsela a la satisfacción inherente a la actividad creadora. Por ello el hombre malogra el único goce capaz de darle la felicidad verdadera —la experiencia de la actividad del momento presente— y persigue en cambio un fantasma que lo dejará defraudado apenas crea haberlo alcanzado: la felicidad ilusoria que llamamos éxito.

Erich Fromm. El miedo a la libertad 

La relativa igualdad de derechos

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Nuestra vulnerabilidad, dice Scheler, es inevitable (y probablemente incurable) en un tipo de sociedad en el que la relativa igualdad de derechos políticos y de otro tipo, así como la igualdad social formalmente reconocida, van de la mano de enormes diferencias de poder, patrimonio y educación. Una sociedad en la que todo el mundo «tiene el derecho» de considerarse a sí mismo igual a cualquier otro cuando en realidad es incapaz de ser igual que ellos.

Zygmunt Bauman. El arte de la vida

Las fuerzas del mercado

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El capital es cada vez más global; ellos, sin embargo, siguen siendo locales. Por ese motivo están indefensos y expuestos a los inescrutables antojos de misteriosos “inversionistas” y “accionistas”, y las todavía más desconcertantes “fuerzas del mercado”, “condiciones comerciales” y “exigencias competitivas”. Todo lo que puedan obtener hoy lo pueden perder mañana sin preaviso. No pueden ganar. Ni siquiera tienen la voluntad –ya que son razonables o se esfuerzan por serlo– de presentar batalla. No desean dar a sus penurias la forma de una demanda política ni exigir resarcimiento a quienes ostentan el poder político. 

Zygmunt Bauman. Modernidad líquida

La batalla de la dominación

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La dominación consiste en la capacidad de escapar, de “descomprometerse”, de “estar en otra parte”, y en el derecho a decidir la velocidad con la que se hace todo eso… mientras que, simultáneamente, se despoja a los dominados de su capacidad de detener o limitar esos movimientos. La batalla contemporánea de la dominación está entablada entre fuerzas equipadas, respectivamente, con las armas de la aceleración y la demora. 

Zygmunt Bauman. Modernidad líquida

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