He conocido a mujeres que entregaban sin decir palabra a hombres que apenas conocían su tarjeta de visita donde habían anotado sus horas libres. He conocido a otras que se ponían furiosas y corrían a la comisaría en cuanto un hombre les sonreía. Esta gama de reacciones emocionales sorprendentemente variables, desde la desenvoltura más ligera a la vergüenza agobiante, se adquiere a lo largo del desarrollo afectivo, bajo la presión del medio sensorial que estimula de forma desigual el cerebro que se está desarrollando.
Boris Cyrulnik. Morirse de vergüenza