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El hecho de rendirnos y aceptar que somos inferiores con frecuencia suele denominarse vergüenza o baja autoestima. Llámalo como quieras, el resultado es el mismo: la vida te trata mal y tú te sientes incapaz de detenerla. Por lo tanto, tu cerebro emocional concluye que debes de merecerlo. Por supuesto, la brecha moral inversa también debe de ser cierta. Si nos dan cosas sin habérnoslas ganado (trofeos de participación, inflación de notas, medallas de oro por quedar en noveno puesto), entonces empezamos a creernos (erróneamente) superiores a lo que de verdad somos. Por lo tanto, desarrollamos una autoestima muy elevada y falsa, o lo que vulgarmente se conoce como ser un gilipollas.
Mark Manson. Todo está jodido