La ideología socialista servía para enmascarar el resentimiento y el odio, alimentados por el fracaso. Muchos de los activistas de partido con los que me había encontrado usaban los ideales de justicia social para racionalizar su búsqueda de venganza personal. ¿De quién era la culpa de que yo fuera pobre, inculto, de que no fuera admirado? Evidentemente era culpa de los ricos, de los que estaban bien educados y eran respetados. ¡Qué conveniente era, pues, que las exigencias de venganza y la justicia abstracta coincidieran del todo! Solo era justo obtener recompensa de aquellos más afortunados que yo. Mis colegas socialistas y yo, claro está, no íbamos a hacerle daño a nadie. Todo lo contrario. Estábamos ahí para mejorar las cosas, pero íbamos a empezar por los demás.
Jordan Peterson. Mapas de sentidos: La arquitectura de la creencia