El partidismo es siempre algo sentimental, no intelectual.
René Guénon. Oriente y Occidente
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
El partidismo es siempre algo sentimental, no intelectual.
René Guénon. Oriente y Occidente
La agitación sobre sucesos que no podemos modificar, sea que no hayan ocurrido todavía, sea que ocurran a una inaccesible distancia de nosotros, sólo consigue la inoculación al aquí y al ahora del mal remoto o presentido que es objeto de nuestra angustia. Escuchar cuatro o cinco veces al día las noticias radiadas y su comentario, leer el diario de la mañana y todos los semanarios y mensuales es llamado actualmente «tomar un inteligente interés en la política». San Juan de la Cruz lo habría llamado complacerse en ociosa curiosidad y en el cultivo de la inquietud por la inquietud.
Aldous Huxley. La filosofía perenne
Para el laico en general, que juzga al prójimo por sus obras, la «pureza de principios» es tan indiferente como el número de zapato o las estrías del codo. Pero necesitamos un nuevo golpe de azar para entender cómo el ateo de la sociedad sin clases exige no solo identidad de opinión sino de sentimiento.
Antonio Escohotado. Los enemigos del comercio
Se espera que hasta el más humilde de los miembros del Partido sea competente, laborioso e incluso inteligente —siempre dentro de límites reducidos, claro está—, pero siempre es preciso que sea un fanático ignorante y crédulo en el que prevalezca el miedo, el odio, la adulación y una continua sensación orgiástica de triunfo. En otras palabras, es necesario que ese hombre posea la mentalidad típica de la guerra. No importa que haya o no haya guerra y, ya que no es posible una victoria decisiva, tampoco importa si la guerra va bien o mal.
George Orwell. 1984
Política y conflicto son sinónimos. Hay política, ha explicado Jacques Rancière, cuando hay por lo menos dos ideas sobre cómo repartirse el mundo. Pero, si hay una sola, entonces hay «policía», en el sentido decimonónico de policy, police, administración ordinaria, funcionamiento bien lubricado del statu quo. Que la víctima se haya convertido en ese lubricante es a la vez una evidencia y una flagrante paradoja, cuando en puridad debería constituir su tropiezo, su escándalo, su punto de fricción. La mitología victimista es una subalternidad que perpetúa el dominio.
Daniele Giglioli. Crítica de la víctima
A la pregunta «¿qué hacer?», que ha dominado la política moderna, ha sucedido un quejumbroso «¿quién soy?». Y en este sentido la respuesta de «soy una víctima» no es tan equivocada. Quien se ve reducido a solo poder preguntarse quién es, y no qué puede hacer de sí mismo y de sus relaciones con los demás, es una víctima por definición.
Daniele Giglioli. Crítica de la víctima
Si nos limitamos a considerar solamente las necesidades económicas, en lo que respecta a las personas «normales», si no alcanzamos a ver el sufrimiento del individuo automatizado medio, entonces no nos habremos dado cuenta del peligro que amenaza a nuestra cultura desde su base humana: la disposición a aceptar cualquier ideología o cualquier líder, siempre que prometan una excitación emocional y sean capaces de ofrecer una estructura política, y aquellos símbolos que aparentemente dan significado y orden a la vida del individuo. La desesperación del autómata humano es un suelo fértil para los propósitos políticos del fascismo.
Erich Fromm. El miedo a la libertad
Nuestra vulnerabilidad, dice Scheler, es inevitable (y probablemente incurable) en un tipo de sociedad en el que la relativa igualdad de derechos políticos y de otro tipo, así como la igualdad social formalmente reconocida, van de la mano de enormes diferencias de poder, patrimonio y educación. Una sociedad en la que todo el mundo «tiene el derecho» de considerarse a sí mismo igual a cualquier otro cuando en realidad es incapaz de ser igual que ellos.
Zygmunt Bauman. El arte de la vida
El capital es cada vez más global; ellos, sin embargo, siguen siendo locales. Por ese motivo están indefensos y expuestos a los inescrutables antojos de misteriosos “inversionistas” y “accionistas”, y las todavía más desconcertantes “fuerzas del mercado”, “condiciones comerciales” y “exigencias competitivas”. Todo lo que puedan obtener hoy lo pueden perder mañana sin preaviso. No pueden ganar. Ni siquiera tienen la voluntad –ya que son razonables o se esfuerzan por serlo– de presentar batalla. No desean dar a sus penurias la forma de una demanda política ni exigir resarcimiento a quienes ostentan el poder político.
Zygmunt Bauman. Modernidad líquida
Y así el espectáculo de la política, al igual que otros espectáculos públicos, se convierte en un mensaje incesante y monótono que repite y repite la prioridad de la identidad sobre los intereses, o en una constante lección pública que reitera que la identidad es lo que importa, y que lo que cuenta es quién es cada uno y no lo que hace.
Zygmunt Bauman. Modernidad líquida