El exilio afectivo altera el cerebro con tanta eficacia como un trauma psíquico, pero cuando vuelve la vida, el retorno del afecto despierta al mismo tiempo el placer de vivir y el dolor.
Boris Cyrulnik. Morirse de vergüenza
El exilio afectivo altera el cerebro con tanta eficacia como un trauma psíquico, pero cuando vuelve la vida, el retorno del afecto despierta al mismo tiempo el placer de vivir y el dolor.
Boris Cyrulnik. Morirse de vergüenza