Cuando los hicsos invadieron Egipto, a estos se les unieron cazadores dependientes, los cuales, de manera general, llegan a pagar a cambio de protección unos tributos extraordinarios en presas de cacería y son utilizados para los reconocimientos y las tareas de vigilancia. No obstante, el cazador, «anarquista práctico» como es, en ocasiones solicita su propia aniquilación antes que someterse al trabajo regular. Por esta razón, ningún «Estado» surgió de un contacto como este. Los campesinos luchan en ocasiones, como reclutas indisciplinados, contra unos enemigos a su vez también poco instruidos en el arte de la lucha, de manera que, a largo plazo, aun siendo mayor en número, tampoco estos últimos tienen más éxito que los cazadores a la hora de contener las cargas de los fuertemente armados pastores. Pero el campesinado no huye. El campesino está anclado a su tierra y, además, está acostumbrado al trabajo regular. Así que se queda, se rinde y paga sus tributos al conquistador: esta es la génesis de los Estados terrestres en el Viejo Mundo.
Franz Oppenheimer. El Estado: Su historia y evolución desde el punto de vista sociológico