Acuérdate de que lo que te agita a manera de un títere es una cierta fuerza oculta en tu interior; y esta fuerza es la actividad, es la vida, es, si así puede decirse, el hombre mismo. Nunca confunda tu imaginación esta fuerza con el receptáculo que lo encierra y los miembros moldeados a su alrededor; porque éstos son muy parecidos a los utensilios, y sólo diferentes en que nos pertenecen por nacimiento. Puesto que, estas partes de nosotros mismos, sin la causa que los moviliza y les torna el reposo, no tendrían otra utilidad que la que tiene la lanzadora para la tejedora, la pluma para el escribano, el látigo para el cochero.
Marco Aurelio. Meditaciones