La otra manera de cambiar nuestros valores es empezar a escribir los discursos de tu yo futuro, imaginar cómo sería la vida si tuvieras ciertos valores o determinada identidad. Al imaginar el futuro que queremos para nosotros, permitimos que nuestro cerebro emocional pruebe primero esos valores, para ver cómo le sientan antes de comprarlos. Al final, cuando lo hacemos con la suficiente frecuencia, el cerebro emocional se acostumbra a los nuevos valores y empieza a creérselos.
Este tipo de «proyección de futuro» suele inculcarse de la peor manera posible. «¡Imagina que eres rico y tienes una flota de yates! ¡Entonces tu sueño se hará realidad!» Por desgracia, esa clase de visualización no reemplaza el valor actual e insano (materialismo) por otro valor mejor. No es más que masturbarse con el valor actual. El cambio real implicaría fantasear con lo que sería no desear tener tantos yates. La visualización fructífera debería ser un poco incómoda. Tendría que desafiarte y ser difícil de concebir. Si no lo es, entonces significa que no está cambiando nada.
Mark Manson. Todo está jodido