Los adolescentes, cuya frágil personalidad en evolución sufre amenaza tras amenaza en rápida sucesión a lo largo del día, dependen especialmente del modelo apaciguador del sonido para restaurar el orden en su conciencia. Pero también lo hacen muchos adultos. Un policía nos contó: «si después de una jornada haciendo arrestos y preocupado por si me darán tiro, no pudiese encender la radio en el automóvil cuando voy de regreso a casa, probablemente me volvería loco».
Mihaly Csikszentmihalyi. Fluir: una psicología de la felicidad