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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Donde reina la cantidad

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Estos hombres, reducidos a meras “unidades” numéricas, serán alojados, no diremos en casas, pues esa misma palabra sería impropia, sino en “colmenas” cuyos compartimentos estarán todos trazados sobre el mismo modelo y amueblados con estos objetos “fabricados en serie” para hacer desaparecer toda diferencia cualitativa del entorno en el que vivirán. Basta con examinar los proyectos de algunos arquitectos contemporáneos (donde ellos mismos califican estas viviendas de “máquinas vivientes”) para ver que no estamos exagerando nada; ¿qué ha sido del arte y la ciencia tradicionales de los antiguos constructores y de las reglas rituales que presidían el establecimiento de ciudades y edificios en las civilizaciones normales? Sería inútil insistir en ello, pues habría que estar ciego para no darse cuenta del abismo que separa a la civilización moderna de éstas, y todos estarán sin duda de acuerdo en lo grande que es la diferencia. Sólo que lo que la inmensa mayoría de los hombres celebran hoy como “progreso” es precisamente lo que nos parece, por el contrario, una profunda decadencia, pues es evidente que no son más que los efectos del movimiento descendente, cada vez más acelerado, que arrastra a la humanidad moderna hacia los “bajíos” donde reina la pura cantidad.

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

Una verdadera obra maestra

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También podemos entender, a partir de estas últimas consideraciones, cómo la iniciación, tomando la profesión como “soporte”, tendrá al mismo tiempo, e inversamente en cierto modo, una repercusión en el ejercicio de esta profesión. El ser, en efecto, habiendo realizado plenamente las posibilidades de las que su actividad profesional no es más que una expresión externa, y poseyendo así el conocimiento efectivo de lo que es el principio mismo de esta actividad, realizará en adelante conscientemente lo que al principio no era más que una consecuencia “instintiva” de su naturaleza; y así, si el conocimiento iniciático nace para él de la profesión, ésta, a su vez, se convertirá en el campo de aplicación de este conocimiento, del que ya no podrá separarse. Habrá entonces una perfecta correspondencia entre el interior y el exterior, y la obra producida ya no será simplemente la expresión en cierto grado y de manera más o menos superficial, sino la expresión verdaderamente adecuada de la persona que la concibió y ejecutó, lo que constituirá una “obra maestra” en el verdadero sentido de la palabra.

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

El despertar de las posibilidades latentes

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Si el oficio es algo propio del hombre, y una manifestación o expansión de su propia naturaleza, es fácil comprender que pueda servir de base a una iniciación, e incluso que sea, en el caso general, lo más adecuado para este fin. En efecto, si el objetivo de la iniciación es esencialmente ir más allá de las posibilidades del individuo humano, no es menos cierto que solo puede tomar como punto de partida a este individuo tal como es, pero, por supuesto, tomándolo en cierto modo por su lado superior, es decir, apoyándose en lo que hay en él más propiamente cualitativo. De ahí la diversidad de vías iniciáticas, es decir, en definitiva, los medios utilizados como “soportes”, conforme a la diferencia de las naturalezas individuales, interviniendo esta diferencia tanto menos, por otra parte, cuanto más avanza el ser en su camino y se acerca así a la meta que es la misma para todos.

Los medios así empleados sólo pueden ser eficaces si corresponden realmente a la naturaleza misma de los seres a los que se aplican; y como es necesario proceder de lo más accesible a lo menos accesible, de lo exterior a lo interior, es normal tomarlos de la actividad por la que esta naturaleza se manifiesta en el exterior. Pero sobra decir que esta actividad sólo puede desempeñar tal papel en la medida en que traduce efectivamente la naturaleza interior; se trata, pues, de una verdadera cuestión de “cualificación”, en el sentido iniciático del término; y en condiciones normales, esta “cualificación” debería exigirse para el ejercicio de la propia profesión.

Esto concierne al mismo tiempo a la diferencia fundamental entre la enseñanza iniciática, e incluso más generalmente toda la enseñanza tradicional, y la enseñanza profana. Lo meramente “aprendido” del exterior no tiene aquí ningún valor, sea cual sea la cantidad de las nociones así acumuladas (pues también en esto se manifiesta claramente el carácter cuantitativo del “conocimiento” secular); de lo que se trata es del “despertar” de las posibilidades latentes que el ser lleva en sí mismo (y éste es, en esencia, el verdadero sentido de la “reminiscencia” platónica).

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

Las cualidades esenciales

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En la concepción tradicional, son las cualidades esenciales de los seres las que determinan su actividad; en la concepción profana, por el contrario, estas cualidades ya no se tienen en cuenta, considerándose a los individuos únicamente como “unidades” intercambiables y puramente numéricas.

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

Una actividad de lujo

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Los modernos, en la concepción disminuida que tienen del arte, lo relegan a una especie de dominio cerrado que ya no tiene ninguna relación con el resto de la actividad humana, es decir, con todo lo que consideran que constituye lo “real” en el sentido tan burdo que este término tiene para ellos. E incluso llegan a calificar este arte, así despojado de toda significación práctica, como una “actividad de lujo”, expresión verdaderamente característica de lo que podría llamarse, sin ninguna exageración, la “estulticia” de nuestro tiempo.

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

El artifex

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Para los antiguos, el artifex es, indistintamente, el hombre que practica un arte o un oficio; pero no es, a decir verdad, ni el artista ni el artesano en el sentido en que se emplean hoy estas palabras (e incluso la palabra “artesano” tiende cada vez más a desaparecer del lenguaje contemporáneo); es algo más que lo uno o lo otro porque, originalmente al menos, su actividad está ligada a principios de orden mucho más profundo.

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

Todo se vuelve más artificial

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Hemos dicho que existe una tendencia a uniformizar no solo a los individuos humanos sino también a las cosas; si los hombres de la época actual se jactan de modificar el mundo en una medida cada vez mayor, y si de hecho todo en él se vuelve cada vez más “artificial”, es sobre todo en este sentido que pretenden modificarlo, haciendo que toda su actividad se centre en un dominio lo más estrictamente cuantitativo posible.

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

Todo lo que el cuerpo puede hacer

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Todo lo que el cuerpo puede hacer es potencialmente agradable, aunque hay mucha gente que ignora esta capacidad y usa su físico tan poco como le es posible, dejando inexplorada su capacidad para proveer flujo. Los sentidos nos dan una información caótica cuando no los educamos; un cuerpo no entrenado se mueve de forma desgarbada y torpe; un ojo insensible no está interesado en lo que ve, o lo ve todo feo; la oreja que no tiene educación musical oye ruidos que la molestan, y un paladar basto sólo paladea gustos insípidos. Si dejamos que las funciones del cuerpo se atrofien, la calidad de vida llega a convertirse en meramente la adecuada, y para algunos incluso disminuye. Pero si uno toma conciencia de lo que el cuerpo puede hacer y aprende a imponer orden sobre sus sensaciones físicas, la entropía cede el paso a una armonía agradable en la conciencia.

Mihaly Csikszentmihalyi. Fluir: una psicología de la felicidad

La uniformidad

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La uniformidad, para ser posible, presupone seres desprovistos de toda cualidad y reducidos a ser meras “unidades” numéricas. Además, tal uniformidad no es nunca posible en realidad, sino que todos los esfuerzos por alcanzarla, especialmente en la esfera humana, sólo pueden dar como resultado el despojo más o menos completo de las cualidades propias de los seres y, por tanto, hacerlos lo más parecidos posible a meras máquinas, ya que la máquina, el producto típico del mundo moderno, es, en efecto, lo que representa, en el grado más alto aún alcanzado, el predominio de la cantidad sobre la calidad.

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

La anomia

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Anomia–literalmente, “la carencia de reglas”–es el nombre que el sociólogo francés Émile Durkheim dio a una condición que se daba en la sociedad en que las normas del comportamiento se volvían confusas. Cuando no está claro qué está permitido y qué no lo está, cuando existe indecisión sobre cuáles son los valores de la opinión pública, el comportamiento se convierte en algo errático y sin sentido. La gente, que depende de las reglas de sociedad para dar orden a su conciencia, se vuelve ansiosa. Situaciones de anomia podrían darse cuando la economía se derrumba, o cuando una cultura es destruida por otra, pero también pueden venir cuando la prosperidad aumenta rápidamente y los viejos valores del ahorro y del trabajo duro ya no son tan pertinentes como lo habían sido.

Mihaly Csikszentmihalyi. Fluir: una psicología de la felicidad

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