La uniformidad, para ser posible, presupone seres desprovistos de toda cualidad y reducidos a ser meras “unidades” numéricas. Además, tal uniformidad no es nunca posible en realidad, sino que todos los esfuerzos por alcanzarla, especialmente en la esfera humana, sólo pueden dar como resultado el despojo más o menos completo de las cualidades propias de los seres y, por tanto, hacerlos lo más parecidos posible a meras máquinas, ya que la máquina, el producto típico del mundo moderno, es, en efecto, lo que representa, en el grado más alto aún alcanzado, el predominio de la cantidad sobre la calidad.
René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos