Sacrificamos lo mejor de nosotros, de nuestro arte o de nuestros pensamientos, ofrecemos sacrificios incesantes a la vacuidad.
Mircea Eliade. Fragmentarium
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
Sacrificamos lo mejor de nosotros, de nuestro arte o de nuestros pensamientos, ofrecemos sacrificios incesantes a la vacuidad.
Mircea Eliade. Fragmentarium
Todo lo que sufre un proceso de corrosión (la suciedad, la putrefacción), como todo lo que aparece y crece con una vitalidad monstruosa (las colonias de larvas, los gusanos, los ratones, etc.), produce disgusto por su vertiginosidad; el ser humano teme su reabsorción en una categoría múltiple, su aniquilación en una masa viva.
Mircea Eliade. Fragmentarium
El hombre primitivo teme las cosas o las personas desconocidas, porque no coinciden con, ni se adaptan a, la imagen que tiene de sí mismo.
Mircea Eliade. Fragmentarium
Una cultura como la nuestra, que se ha lanzado heroicamente por un camino que estimaba no sólo como el mejor, sino como el único digno de un hombre inteligente y honrado, una cultura que para poder alimentar el gigantesco esfuerzo intelectual que reclamaba el progreso de la ciencia y de la industria tuvo que sacrificar tal vez lo mejor de su alma, es evidente que semejante cultura se ha hecho excesivamente celosa de sus propios valores y que sus representantes más calificados ven con suspicacia todo intento de convalidación de las creaciones y demás culturas exóticas o primitivas.
Mircea Eliade. Herreros y alquimistas
No hay dos mundos independientes y separados, lo ideal y lo real no son más que dos formas necesarias de la existencia, dos elementos que forman la sustancia de todos los seres y que están encadenados por esa unidad profunda a la cual está supeditada, por así decirlo, la unidad misma del universo.
Auguste Villiers de L’Isle-Adam
En La negra noche, una de las últimas novelas de Iris Murdoch, se profetiza por boca de un personaje que el miedo a las enfermedades de transmisión sexual haría brotar «una generación de célibes». Observar a nuestros coetáneos zamparse un cachopo en tiempo récord o remontar el Bidasoa disfrazados de Espinete nos hace intuir que, en realidad, lo que el futuro nos reserva es una generación de impotentes.
Jorge Freire. Agitación. Sobre el mal de la impaciencia
Platón llamaba dynamis a la capacidad simultánea de actividad y pasividad; para Lao-Tse, sabio era quien sabía estar alerta y en reposo. El individuo agitado, que mucho abarca y poco aprieta, no es capaz de lo uno ni de lo otro. Cuando Walter Pater escribió que lo importante de la experiencia no era su fruto, sino ella misma, no contaba con que esto acabaría definiendo, con dolorosa ironía, el agotamiento del sujeto contemporáneo.
Jorge Freire. Agitación. Sobre el mal de la impaciencia
Tal es lo que Nietzsche definió en un aforismo de Humano, demasiado humano como la desgracia de los hombres activos: de poco sirve preguntarles por el fin de su actividad, porque esta es esencialmente irracional. Así «los activos ruedan, como rueda la piedra, conforme a la estupidez de la mecánica».
Jorge Freire. Agitación. Sobre el mal de la impaciencia
El contrapeso de la agitación no es el reposo, sino el entumecimiento.
Jorge Freire. Agitación. Sobre el mal de la impaciencia
El sintagma hacer cosas no es más que el eufemismo con el que disfrazamos nuestra incapacidad de hacer algo significativo.
Jorge Freire. Agitación. Sobre el mal de la impaciencia