En cada parcela de naturaleza hay siempre alguna maravilla.
Aristóteles. Las partes de los animales
Frases y fragmentos de libros que te harán pensar
En cada parcela de naturaleza hay siempre alguna maravilla.
Aristóteles. Las partes de los animales
Es mejor ser gobernados por leyes que por excelentes gobernantes, porque las leyes no están sujetas a las pasiones, mientras que los hombres, por muy excelentes que sean, pueden incurrir en ellas.
Aristóteles. Política
Así resulta también manifiesto que la ciudad que verdaderamente lo es, y no solo de nombre, debe preocuparse de la virtud; porque, sí no, la comunidad se convierte en una alianza que solo se diferencia localmente de aquellas en que los aliados son lejanos; y la ley en un convenio, y, como dice Licofrón el sofista, en una garantía de los derechos de unos y de otros, pero deja de ser capaz de hacer a los ciudadanos buenos y justos.
Aristóteles. Política
La sociedad, sin embargo, puede estar organizada, al mismo tiempo, de tal modo que las normas necesarias para su supervivencia estén en conflicto con las normas universales necesarias para el más completo desarrollo de sus miembros. Esto es especialmente cierto en aquellas sociedades en que ciertos grupos privilegiados dominan o explotan al resto de sus miembros.
Los intereses del grupo privilegiado están en conflicto con los intereses de la mayoría, pero, puesto que la sociedad funciona sobre la base de tal estructura de clases, las normas impuestas a todos los miembros del grupo privilegiado son necesarias para la supervivencia de todos los miembros de la sociedad hasta que no se modifique fundamentalmente la estructura de la misma.
Las ideologías que prevalecen en tal cultura tendrán la tendencia a negar que existe alguna contradicción. Sostendrán, en primer lugar, que las normas éticas de esa sociedad son de igual valor para todos sus miembros y tenderán a destacar que aquellas normas que contribuyen a mantener la estructura social imperante son normas universales resultantes de las necesidades de la existencia humana.
Erich Fromm. Ética y psicoanálisis
Algunas veces vemos hombres tan afectados por un objeto, que, aunque no esté presente, ellos creen hallarse frente a él; y si esto acontece a un hombre que no se encuentra durmiendo decimos que delira o que está loco. No se considera menos locos a quienes se sienten inflamados de amor y no sueñan con otra cosa, día y noche, que con una mujer o con una prostituta, porque nos mueven a risa. Pero al avaro, aunque no piensa más que en la ganancia o en el dinero, y al ambicioso que no piensa más que en la fama, no se les considera locos porque resultan nocivos y dignos de ser odiados. En verdad, empero, la avaricia, la ambición, la lujuría, etc., constituyen una clase de locura aunque no se las cuente entre las enfermedades.
Baruch Spinoza. Ética
Pero numerosas personas, a pesar de no tener el cargo de jueces, asumen este papel y, como tal, están dispuestas a condenar o absolver cuando hacen juicios morales. Su actitud contiene a menudo una buena cantidad de sadismo y espíritu destructor. Tal vez no exista otro fenómeno que contenga tanta fuerza destructora como la “indignación moral”, que permite que se exteriorice la envidia o el odio bajo el disfraz de la virtud. La persona “indignada” tiene, así, la satisfacción de despreciar y tratar como “inferior” a una criatura humana, asociada con el sentimiento de su propia superioridad y equidad.
Erich Fromm. Ética y psicoanálisis
Las ideas de libertad o democracia se deterioran hasta el punto de no ser ya otra cosa que una fe irracional cuando no están basadas en la experiencia productiva de cada individuo, sino que le son presentadas a éste por partidos políticos o Estados que le obligan a creer en ellas…
El hombre no puede vivir sin fe. El problema decisivo para nuestra propia generación y la venidera consiste en si esta fe será una fe irracional en los líderes, en las máquinas y en el éxito, o la fe racional en el hombre, basada en la experiencia de nuestra propia actividad productiva.
Erich Fromm. Ética y psicoanálisis
Un número creciente de individuos se siente desconcertado y confundido acerca de todo, ya sea el trabajo, la política o la moral y, lo que es peor, cree que esta confusión constituye un estado normal de la mente. Se sienten aislados, aturdidos e impotentes; no experimentan la vida en función de sus propios pensamientos, emociones y percepciones sensorias, sino en función de las vivencias que se supone deben tener. En estas personas autómatas, no obstante que la duda activa ha desaparecido, su lugar ha sido ocupado por la indiferencia y el relativismo.
Erich Fromm. Ética y psicoanálisis
El aislarse de los fines puede tener el efecto contrario; aunque ideológicamente se conserva el fin, éste sirve únicamente como un pretexto para poner todo el énfasis sobre aquellas actividades que son supuestos medios para este fin. El lema de este mecanismo es “los fines justifican los medios”. Los defensores de este principio no se dan cuenta que el empleo de medios destructivos tiene sus propias consecuencias que en realidad transforman el fin aunque se le conserve ideológicamente.
Erich Fromm. Ética y psicoanálisis
Los deseos condicionados fisiológicamente, como el hambre, la sed y otros más, son satisfechos con el alivio de la tensión fisiológicamente condicionada y reaparecen únicamente si la necesidad fisiológica vuelve a surgir; son, por consiguiente, de naturaleza rítmica. Los deseos irracionales, en contraste, son insaciables. El deseo de la persona envidiosa, posesiva o sádica no desaparece con su satisfacción, excepto —tal vez— momentáneamente.
En la naturaleza misma de estos deseos irracionales reside el que no puedan ser “satisfechos”, pues nacen de una insatisfacción dentro de uno mismo… … Esa bendición, que es la imaginación, se transforma en una maldición; puesto que la persona no se encuentra aliviada de sus temores, se imagina que un constante incremento en las satisfacciones puede curar su avidez y restaurar su equilibrio interior, pero la avidez es un pozo insondable y la idea del alivio derivado de su satisfacción un espejismo.
Erich Fromm. Ética y psicoanálisis