Todos despotricamos contra las distinciones de clase, pero muy poca gente quiere abolirlas de verdad. Lo que nos lleva al importante hecho de que toda opinión revolucionaria extrae parte de su fuerza de la secreta convicción de que no se puede cambiar nada (…). El hecho que hay que afrontar es que abolir las distinciones de clase significa abolir una parte de ti. Aquí estoy yo, el típico miembro de la clase media. Para mí es muy fácil decir que quiero librarme de las distinciones de clase, pero casi todo lo que pienso y hago es el resultado de éstas. Todas mis ideas –mis ideas del bien y el mal, de lo agradable y lo desagradable, de lo divertido y lo serio, de lo feo y lo hermoso– son esencialmente ideas de clase media; mi gusto literario, en la comida y en el vestir, mi idea del honor, mis modales en la mesa, mis giros al hablar, mi acento, incluso los movimientos característicos de mi cuerpo, son los productos de un tipo especial de educación y de una ubicación concreta más o menos a medio camino de la jerarquía social.
George Orwell. The Road to Wigan Pier