Por razones obvias, las tendencias sádicas son en general menos conscientes y más racionalizadas que los impulsos masoquistas, que no son tan peligrosos como aquellas desde el punto de vista social. Con frecuencia ellas se ocultan por completo detrás de formaciones de carácter reactivo que se expresan bajo forma de exagerada bondad o exagerada preocupación para con los demás. Algunas de las racionalizaciones más frecuentes son estas: «Yo te mando porque sé qué es lo que más te conviene, y en tu propio interés deberías obedecerme sin ofrecer resistencia»
Erich Fromm. El miedo a la libertad