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Así se aprende

Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

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Frases y fragmentos de libros que te harán pensar

Tema: Mito

El mito de la objetividad

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Cuando descubrí el mito de la objetividad en algunos pensadores modernos, me enojé. Así que para estas personas solo había un mundo, el mismo para todos. Y todos los demás mundos debían ser considerados ilusiones dejadas del pasado. ¿O por qué no llamarlas por su nombre: alucinaciones? Había aprendido cuán equivocados estaban. Por mi propia experiencia sabía muy bien que era suficiente tomar de un hombre un recuerdo por aquí, una asociación por allá, para privarlo del oído o de la vista, para que el mundo sufriera una transformación inmediata y para que otro mundo, totalmente diferente, pero totalmente coherente, naciera. ¿Otro mundo? En realidad, no. El mismo mundo, pero visto desde otro ángulo, y medido con nuevas medidas. Cuando esto sucedió, todas las jerarquías que denominaban objetivas fueron invertidas, desparramadas a los cuatro vientos, como si fueran caprichos. 

Jacques Lusseyran. Ce que l’on voit sans les yeux

El universo mítico

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Carl Gustav Jung había formulado en términos más técnicos el exacto corolario de esta misma noción: «Cuando un individuo pierde contacto con el universo mítico, y su vida se ve así reducida al único dominio de los hechos, su salud mental se encuentra en gran peligro». Dicho de otro modo: la gente que no lee novelas ni poemas corre el riesgo de estrellarse contra la muralla de los hechos o de morir reventada bajo el peso de las realidades.

Simon Leys. La felicidad de los pececillos

¿La historia se repite?

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Esta idea se refleja en la afirmación común de que “las mismas causas producen siempre los mismos efectos”, que, enunciada de esta forma, es bastante absurda, ya que en realidad nunca puede haber ni las mismas causas ni los mismos efectos en un orden sucesivo de manifestación; y ¿no llegamos incluso a decir que “la historia se repite”, cuando la verdad es que sólo hay correspondencias analógicas entre ciertos períodos y entre ciertos acontecimientos?”

René Guénon. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos

La mente moderna

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La atribución automática de significado a las cosas (o la incapacidad para distinguirlas inicialmente) es una característica de lo narrativo, del mito, no del pensamiento científico. La narración capta de manera precisa la naturaleza de la experiencia bruta. Las cosas son temibles, la gente es irritante, los acontecimientos son prometedores, la comida es satisfactoria… al menos en términos de la experiencia básica. La mente moderna, que se ve a sí misma como una mente que ha trascendido el dominio de lo mágico, es aun así infinitamente capaz de tener reacciones «irracionales» (léase «motivadas»).

Jordan Peterson. Mapas de sentidos: La arquitectura de la creencia

La alquimia conduce a la química

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De ahí que, cuando en un período tardío ha surgido la distinción entre religión y superstición, nos encontramos con que el sacrificio y la oración son el recurso de la parte piadosa e ilustrada de la comunidad, mientras que la magia es el refugio de los supersticiosos e ignorantes. Pero cuando, aún más tarde, la concepción de las fuerzas elementales como agentes personales va cediendo paso al reconocimiento de la ley natural; entonces la magia, basada como está implícitamente en la idea de una secuencia necesaria e invariable de causa y efecto, independiente de la voluntad personal, reaparece de la oscuridad y el descrédito en que había caído, y al investigar las secuencias causales en la naturaleza, prepara directamente el camino para la ciencia. La alquimia conduce a la química.

James George Frazer. La rama dorada, estudio de religión comparada

Roma era grande

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Así es, de hecho, cómo las ciudades se hicieron grandes. Regresen a las raíces más oscuras de la civilización y las encontrarán anudadas alrededor de alguna piedra sagrada o rodeando algún lugar sagrado. La gente primero rindió honor a un lugar y luego ganó gloria por él. Los hombres no amaron a Roma porque fuera grande. Era grande porque la habían amado.

G.K. Chesterton. Ortodoxia

Creó a su padre y a su madre

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Hay un escéptico mucho más terrible que el que cree que todo comenzó en la materia. Es posible encontrar al escéptico que cree que todo comenzó en él mismo. No duda de la existencia de ángeles o demonios, sino de la existencia de hombres y vacas. Para él, sus propios amigos son una mitología inventada por él mismo. Él creó a su propio padre y a su propia madre. Esta horrible fantasía tiene algo decididamente atractivo para el egoísmo un tanto místico de nuestros días.

G.K. Chesterton. La ética en el país de los duendes

Gente corriente y gente rara

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Las rarezas solo afectan a la gente corriente. Las rarezas no afectan a la gente rara. Por eso la gente corriente se lo pasa mucho mejor, mientras que la gente rara siempre se queja de lo aburrido de la vida. Por eso también las nuevas novelas mueren tan rápidamente y los viejos cuentos de hadas perduran para siempre.

G.K. Chesterton. La ética en el país de los duendes

El enamorado y el materialista

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Un infeliz enamorado puede llegar a ser incapaz de disociar la luna de su amor perdido; de la misma forma, el materialista es incapaz de disociar la luna de las mareas. En ambos casos, no hay más conexión que haber visto las dos cosas juntas.

G.K. Chesterton. La ética en el país de los duendes

Dos enigmas suman una solución

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El hombre de ciencia dice: «Corta la rama, y la manzana caerá». Y lo dice tan tranquilo, como si una cosa implicara necesariamente la otra. La bruja del cuento de hadas dice: «Toca el cuerno y el castillo del ogro caerá»; pero no lo dice como si el efecto tuviera que seguir necesariamente a la causa. Sin duda la bruja ha dado el mismo consejo a muchos héroes, y ha visto caer muchos castillos, pero no ha perdido su capacidad de asombro ni su razón. No ha confundido su mente hasta el punto de imaginar que existe una conexión lógica entre el cuerno que suena y la torre que cae. En cambio, los científicos han confundido sus mentes hasta el punto de imaginar una conexión lógica necesaria entre la manzana que se desprende del árbol y el hecho de que llegue al suelo. Hablan como si hubieran encontrado no sólo un maravilloso tipo de hechos, sino también la verdad que los relaciona. Hablan como si la relación física entre dos hechos curiosos provocara la relación lógica. Están convencidos de que como una cosa incomprensible sigue habitualmente a otra cosa incomprensible, juntando las dos, dejan de ser incomprensibles. Así, dos enigmas misteriosos suman una solución clara.

G.K. Chesterton. La ética en el país de los duendes

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