De la misma manera que todo lo que oímos no son más que sonidos y ruidos presentes, todos los olores son olores presentes, y todo lo que vemos lo vemos en el presente. No se puede tocar, ni ver ni sentir nada que se parezca a un pasado o a un futuro. En otras palabras, en nuestra percepción inmediata y directa no hay tiempo: no hay pasado ni futuro, sino sólo un presente que cambia interminablemente, más breve que una fracción de segundo y que, sin embargo, jamás llega a su término. Toda percepción directa es percepción de lo intemporal.
Ken Wilber. La conciencia sin fronteras