Para nosotros, el «ocio» es un holgazanear, un pasar el tiempo instalados en la vacuidad. En la mentalidad romana, el otium es una manera de vivir; es lo opuesto al negotium, la actividad política o pública en general, y se identifica con el estudio y la contemplación. Entre ambos ideales fluye una tensión muy conflictiva. En teoría, deberían compensarse; en la práctica, son mutuamente excluyentes.
Nicola Gardini. Viva el latín! Historias y belleza de una lengua inútil