En primer lugar, se respetan demasiadas cosas como para burlarse de ellas con malicia. Lo propio del hombre moderno es el rito. La risa no lo es en absoluto. Acaso se puede ser un buen cómico con buenos sentimientos? Cómo no evitar las burlas en el Planeta Compasión? Qué queda todavía ironizable en el Imperio Igualitario? La risa es autócrata por naturaleza, cruel, perforante y devastadora. “No hay hombre que no desee ser un déspota cuando se empalma” escribía Sade. La risa se calienta la garganta con la misma leña.
Philippe Muray. El Imperio del Bien