Las tierras antiguamente cultivadas y más tarde abandonadas no vuelven nunca al baldío original, sino que se cubren de zarzas y se vuelven “locas”. De la misma forma, este universo, liberado de sus viejas religiones, reinventa a toda prisa “espiritualidades” de segunda mano, devociones ubuescas de repuesto, que al parecer tenemos totalmente prohibido considerar simplemente irrisorias.
Philippe Muray. El Imperio del Bien