Hay un escéptico mucho más terrible que el que cree que todo comenzó en la materia. Es posible encontrar al escéptico que cree que todo comenzó en él mismo. No duda de la existencia de ángeles o demonios, sino de la existencia de hombres y vacas. Para él, sus propios amigos son una mitología inventada por él mismo. Él creó a su propio padre y a su propia madre. Esta horrible fantasía tiene algo decididamente atractivo para el egoísmo un tanto místico de nuestros días.
G.K. Chesterton. La ética en el país de los duendes