De hecho, si el hombre no estuviera limitado por la preferencia temporal-si la única restricción que operara sobre él fuera la preferencia por más en lugar de por menos-, elegiría invariablemente los procesos de producción que proporcionaran el mayor “output” por “input” (más outputs-producción-por inputs-insumos-), independientemente del tiempo necesario para que estos métodos dieran sus frutos. Siempre ahorraría y nunca consumiría. Por ejemplo, en lugar de fabricar primero una red de pesca, Crusoe empezaría a construir un barco pesquero, porque éste es el método económicamente más eficaz para capturar peces. El hecho de que nadie, incluido Crusoe, pueda actuar de este modo deja claro que el hombre sólo puede “valorar fracciones iguales de tiempo de forma diferente según estén más cerca o más lejos del momento de la decisión del agente”. “Lo que restringe la cantidad de ahorro e inversión es la preferencia temporal”
Hans-Hermann Hoppe. Democracia: el dios que fracasó