Es una pena que durante los últimos siglos en Occidente hayamos tendido a reprimir cada vez más lo trascendente. Sin duda esta represión, tan difundida como sutil, es más responsable del descontento de nuestra desdichada civilización actual que toda la represión de la sexualidad, la hostilidad, la agresión o cualesquiera otras represiones superficiales que puedan actuar en los niveles superiores del espectro.
Ken Wilber. La conciencia sin fronteras