Esa inseguridad se convierte en un círculo vicioso. Como el arte de negociar los intereses comunes y el destino compartido ha caído en desuso, se lo practica rara vez, está semiolvidado o nadie lo domina; y como la idea del “bien común” (por no hablar de la “buena sociedad”) se ha vuelto sospechosa, amenazante, nebulosa o confusa, buscar la seguridad en una identidad común en vez de buscarla en un pacto de intereses compartidos se vuelve la manera más sensata, incluso más efectiva y ventajosa, de seguir adelante; pero la preocupación por la identidad y su defensa contra la polución hacen que la idea de los intereses comunes, y más notablemente de los intereses comunes negociados, parezca cada vez más increíble y fantasiosa, anulando prácticamente la capacidad y la voluntad de encontrarlos.
Zygmunt Bauman. Modernidad líquida