En un mundo poblado por siervos dedicados a avanzar por tierra, saltar los árboles era para los nobles una receta segura de libertad. Los barones de hoy tienen el privilegio de comportarse de una manera semejante, manteniendo a los sucesores de los siervos en su lugar, y esa inmovilidad forzosa que los ata al suelo es la que permite a los barones seguir saltando. Por profunda y terrible que sea la miseria de los siervos, no tienen contra quién rebelarse, y, de rebelarse, tampoco lograrían alcanzar a los ágiles y movedizos destinatarios de esa rebelión.
Zygmunt Bauman. Modernidad líquida