Algunas veces vemos hombres tan afectados por un objeto, que, aunque no esté presente, ellos creen hallarse frente a él; y si esto acontece a un hombre que no se encuentra durmiendo decimos que delira o que está loco. No se considera menos locos a quienes se sienten inflamados de amor y no sueñan con otra cosa, día y noche, que con una mujer o con una prostituta, porque nos mueven a risa. Pero al avaro, aunque no piensa más que en la ganancia o en el dinero, y al ambicioso que no piensa más que en la fama, no se les considera locos porque resultan nocivos y dignos de ser odiados. En verdad, empero, la avaricia, la ambición, la lujuría, etc., constituyen una clase de locura aunque no se las cuente entre las enfermedades.
Baruch Spinoza. Ética