Cuando elegimos a nuestros amigos, obedecemos a un criterio de valoración tosco, superficial y confuso. Lo que cuenta no es el acto de nuestra elección sino los vínculos que surgen en nosotros del afecto y que son siempre ciegos, imperiosos y sin explicación. El afecto no elige nada, o mejor dicho su elección es tan rápida que enseguida olvidamos que haya tenido lugar.
Natalia Ginzburg. Las tareas de la casa y otros ensayos