La carne considera el placer como algo que puede prolongarse de manera infinita, y por eso anhela un tiempo infinito. Pero la razón, después de calcular los límites de la carne y suprimir los temores de la muerte, sabe que una vida finita puede proporcionarnos una calidad inmejorable de placer. La razón no desprecia el placer ni cuando el deterioro físico señala la cercanía de la muerte; ni en esa situación dirá el sabio que le falta algo para llevar una vida maravillosa.
Epicuro. Epicureísmo: La filosofía del jardín